miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuando el "ingenio" sobrepasa al sentido común.

Una vez más soy testigo de cómo nuestra muy ingeniosa fauna política, se empeña en asolapar su ineptitud para hacer cumplir la normas vigentes inventando una serie de reglamentos que sólo logran convertir a los peatones (“mis paisanos”) en “infractores formales” (papeleta de por medio), y no logran el objetivo que es Educar a quienes durante años han vivido en la más absoluta informalidad y (por supuesto) no dan señales de estar dispuestos a querer cambiar.

Se suele decir que “las normas están hechas para ser cumplidas”, aunque en nuestro país y de manera más palpable para nosotros, en nuestra vieja Lima, las normas no son más que las víctimas de flagrante violación por parte de los grandes depravados que resultan ser “mis paisanos”. Las violaciones de las que a diario somos testigo a cuanto reglamento, disposición, resolución, ley o cualesquiera que se les parezca, hacen que cualquier intento por ordenar en base a “nuevas reglamentaciones” el caos en el que “mis paisanos” han sumido a esta ciudad, resultará más que inútil; pues según lo veo no se trata de “inventar” nuevas leyes, la solución más bien pasa por hacer cumplir con mano muy firme las normas que ya existen, sancionar a quienes tienen que sancionar, pero por sobre todo y antes de esto: Educar.

Por otro lado, supongamos que no existe la legislación al respecto y que es necesario crear un marco legal ante una situación dada, se hace entonces un sesudo análisis de la situación, se realizan los estudios relevantes, se junta la “comisión ad hoc de asuntos sin importancia”, discuten el proyecto de ley y finalmente se aprueba: “Regístrese, comuníquese y publíquese”; pero, ¿alguien se preocupó de crear las condiciones idóneas (o mínimas requeridas) para que la ordenanza, mandato o lo que fuere se pueda cumplir?. Aquí algunos ejemplos: Nos piden por ejemplo que utilicemos los cruces peatonales, pues en muchos sitios simplemente NO HAY; nos dicen que los peatones debemos transitar a una distancia prudente ¿? de la pista cuando todos hemos tenido que bajar de la vereda (a esquivar autos) cuando pasamos por ejemplo un domingo como a la 1 o 1:30 p.m. frente a alguno de estos restaurantes de moda en donde (con la espeluznante complacencia y complicidad del policía que espera recibir su propina) encontramos ocupando toda la vereda camionetas 4x4 que impiden el paso a todo aquel  que en uso de su derecho de libre tránsito quiera ir por ahí y no puede; dicen que para muestra un botón, estos son un par de botones de abrigo de payaso, aquellos gigantescos y de colores chillones.

Otro punto a tomar en cuenta es el siguiente: en las esquinas o intersecciones  más transitadas usualmente hay uno o dos miembros de la policía nacional, por lo general uno de ellos se dedica a dirigir el tránsito y el otro (que casi siempre resulta ser “la otra”) a hablar por celular con el colega de la siguiente intersección o sabes Dios con quien; si consideramos que en hora punta, que es cuando más infracciones al dichoso reglamento se cometen, transitan alrededor de 200 personas por minuto tenemos que en una hora por esa esquina han pasado cerca de 12000 personas, de estas 12000 siendo optimista, el 30% respeta las normas de tránsito, eso quiere decir (si las matemáticas no me fallan) que aproximadamente 8400 de “mis paisanos” han pasado por encima del reglamento y esto sólo en una intersección de las miles que hay y en un lapso de una hora. Según informaron, el primer día de aplicación de la norma se colocaron (en total) en Lima algo más de 900 papeletas, ¿que pasó con las restantes?, hay una importante diferencia si consideramos que las 900 se pusieron en un lapso de aproximadamente 8 horas.

Finalmente, en un reportaje mostraron el tremendo fracaso de esta campaña en provincia, en donde ante la impotencia de la policía, los peatones cruzaban por donde mejor les parecía, esgrimiendo el casi kafkiano argumento de “estamos en la sierra pues, esta gente está acostumbrada a ir por la pampa y no saben de semáforos”, y en donde una “señora” con pinta de luchador de sumo la emprende contra el camarógrafo de un canal de televisión y luego le lanza una soberana “caricia” al guardia que intentaba hacerle entender a la “señora” que había obrado mal.

No me malinterpreten, esto no es un llamado a la desobediencia ni un intento de sabotear las tan bien intencionadas leyes que nuestros amigos legisladores tan cariñosamente nos brindan, es simplemente el derecho a zapateo que tengo de expresar la incomodidad (o sea me friega) de leyes que no se cumplen, de autoridades ineptas que no pueden hacer cumplir las normas, de “mis paisanos” que no son capaces de conservar las más elementales normas de civismo; en fin del despelote que significa la casi imposible convivencia en esta caótica ciudad.

Lo dejo a su criterio…

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