Esta es una pregunta que muchos se
han hecho en no pocas oportunidades, es realmente importante el tamaño o lo
fundamental es cómo se mueve, debo confesar que soy uno de aquellos que por
muchos años se hicieron esa pregunta, pues durante largo tiempo he visto pasar
frente a mí una infinidad de ellos, de todos tamaños, colores y calibres,
descomunalmente grandes, ridículamente pequeños, neófitos con muy poca o nula
experiencia y también de los más experimentados; pues bien, finalmente luego de
años de haber tenido contacto con tal variedad he llegado a una conclusión, lo
más importante no es cuán grande sea, lo que realmente importa es de qué manera
movemos nuestro currículum vitae en el mundo empresarial.
Confío en que la breve introducción
no haya despertado suspicacias sobre el tema que me impulso a escribir en esta
ocasión, en fin, pues si señores a lo largo de estos casi ya diez años
deambulando por el submundo de recursos humanos (o gestión del talento humano o
del potencial humano o cualquier otro creativo nombre que se les ocurra a mis
ocurrentes colegas) me he percatado que sujetos con un currículum risiblemente
escueto, casi paupérrimo diría yo, han ocupado posiciones por las que competían
con postulantes con ostentosos y cuasi kilométricos currículum, de esos
interminables que no dan ganas de leer por lo extenso que son, y no me refiero
a esos que colocan hasta cuando trabajaban paseando al perrito de su vecino o
cuidaban a su primito cuando su tía se iba al mercado, no me refiero a esos, me
refiero a aquellos que tienen efectivamente experiencia relevante pero
interminable, cuyo currículum sobrepasa las cuatro hojas (con letra times
número 8, toda una tortura para leer).
Esto obviamente no es una situación
absoluta, claro que hay excepciones como en toda regla, además se deben
considerar otros factores cómo la inteligencia emocional (inteligencias
múltiples, habilidades sociales, y continúan los nombrecitos), pero
esencialmente se debe a la habilidad con la que un individuo que esté aplicando
a un trabajo (o a muchos como suele ocurrir en nuestra realidad en donde el
currículum se envía como panfleto en la avenida Wilson) pueda hacerse de
contactos en puestos estratégicos o moverse de forma tal de hacerse
constantemente visible y ser un “figureti corporativo”.
Pues si señores, ya están advertidos
quienes aún mantienen la vieja estrategia de redactar interminables hojas de
vida, que lejos de presentarlos cómo más interesantes, dejan bastante mal
parada su capacidad de síntesis y aburren sobremanera a los eventuales
evaluadores que tengan la desdicha de recibir estas hojas de vida, ya es hora
de reconsiderar el volver a redactar sus currículos.
Como siempre, esta no es más que mi
humilde punto de vista, en todo caso, lo dejo a su criterio…