jueves, 21 de junio de 2012

Entrevista por competencias, el dilema de ¿Qué? preguntar

Hace unos días conversando con un colega, caí en cuenta de algo que a estas alturas resulta difícil de creer, aún en el año 2012 se siguen haciendo entrevistas que se asemejan más a un cuestionario que a una entrevista, lo cual de primera instancia me causó poco más que extrañeza, más aún si se considera que ya por el año de 1973 (hace 39 años!) David McClelland publicó un artículo titulado "Evaluar la competencia en lugar de la inteligencia". En dicho artículo McClelland resumía una serie de estudios que demostraban que esas pruebas de aptitud empleadas por los psicólogos tradicionalmente para pronosticar el desempeño laboral, en realidad no lo hacen. 
Ya por esos años se cuestionaban las típicas entrevistas en donde se hacen preguntas del tipo: "Cuénteme acerca de usted mismo", "¿Por qué dejó su último trabajo?", "¿Qué experiencia tiene usted en este campo?" o "Cuénteme acerca de su capacidad para trabajar bajo presión", este tipo de preguntas llevan al postulante a dar respuestas teóricas, aprendidas previamente, y por lo general quienes suelen realizar este tipo de entrevistas no se percatan que en realidad están escuchando son opiniones sobre lo que se "debería hacer" en determinadas situaciones, sobre la forma en la que se supone uno debería  reaccionar y no sobre detalles específicos o ejemplos conductuales que brinden información sobre el accionar  de la persona en tal o cual situación y que por lo tanto puedan servir para predecir de manera más acertada como responderá la persona en una situación similar.
Para ello es necesario primero indagar sobre una situación en particular (contexto) ocurrida de preferencia en los últimos 12 meses, para luego a través de preguntas específicas obtener información sobre las responsabilidades o tareas de la persona en ese momento y cómo estas lo vinculaban con dicha situación; el siguiente paso es levantar información sobre las acciones que puso en práctica en dicha situación, siempre haciendo preguntas orientadas a como actuó efectivamente y no como se debería actuar, para finalmente llegar al punto del resultado, cual fue el nivel de eficiencia y eficacia de la estrategia utilizada en la solución de dicha situación.
Un ejemplo de cómo se podría plantear una entrevista basada en competencias o de eventos conductuales podría ser algo como esto:
"Situación: Relate una situación profesional, en relación a sus clientes, por la que le han felicitado o reconocido su actuación profesional".
Ante lo cual las posibles preguntas a plantear podrían ser:
¿Qué pasó?, ¿Cuando ocurrió?, ¿Con qué personas del equipo ocurrió?, ¿Que se esperaba de usted?, ¿Para qué hizo esa acción?, ¿Cómo actuó?, ¿Qué estrategia siguió?, ¿Qué resultados o mejoras obtuvo?, ¿Cual fue el impacto profesional y personal?, ¿Lo volvería a hacer igual o cambiaría algo?, etc.
Hay una gran diferencia entre ambos tipos de entrevista, y como mi amigo y colega me decía, es que acaso esa información no está en el currículum, pues si, leyendo el cv de la persona se puede obtener esa información.
Pues según parece en algunas organizaciones aún utilizan este tipo de entrevistas desfasadas hace más de un cuarto de siglo, ahora bien, la pregunta se cae de madura y es la siguiente: realmente les sirve este tipo de preguntas para seleccionar profesionales competentes que respondan a la altura de las situaciones o es que acaso se están conformando con seleccionar al menos malo?, esto podría explicar en parte la elevada rotación en algunas empresas?
Ustedes tienen la palabra, como siempre... lo dejo a su criterio.

sábado, 16 de junio de 2012

Y cómo lo hacen? yo no sé!!!

Luego de un largo e involuntario alejamiento, estoy de vuelta, retomando la terapia de escribir por escribir, sin sentido, sin un fin específico, sólo por el hecho de querer hacerlo, motivado por no sé que fuerza (o quizá buscándola entre estas líneas), pero escribiendo al fin y al cabo.
Esta vez, el tema que me trae de vuelta es básicamente una pregunta que me ronda la cabeza hace ya algunas semanas, tiempo en el que decidí retomar algunos proyectos personales dejados en el tintero pero no olvidados. 
Uno de ellos es el de abrir una página (o algo así) en donde pudiera tener una especie de boletín para colocar artículos de interés (aunque eso de interés es relativo), temas anecdóticos y cosas por el estilo, siendo así empezó mi odisea de navegar en la internet y pues ver que encontraba por allí, lo cual me ha dejado estupefacto (por no decir completamente estúpido) debido a que no se me ocurrió mejor idea que seguir algunos sitios por ejemplo en el Facebook, Twitter, Blogger y los miles y miles de mails que llegaban diariamente a las bandejas de entradas de mis dos correos (si sólo tengo dos); esta brillante idea es la causante de que mi día se divida más o menos de la siguiente manera: despertar con no menos de 30 mails por cada uno de mis correos por leer, desayunar mientras intento entender como es que de una página que jamás en mi vida he visitado saben cuando es mi cumpleaños y hasta tarjetita de invitación me envían los muy zánganos, para luego pasar un promedio de 4 a 5 horas leyendo artículos que resultan ser interesantes, algunos que son bastante graciosos, otros que se podría decir son irrelevantes y los que definitivamente se llevan el mayor porcentaje son aquellos correos que en la escala de medición de un cojudeómetro se llevan las palmas de oro, arrasan con todos los rankings. Lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo demonios hacen los cibernautas (aún no me considero uno) para  no perder la cordura ante la andanada de información y encontrar información relevante?, quizá esta pregunta sea muy "cándida" (o "cojuda" según ustedes lo prefieran), quizá sea la inexperiencia de alguien que está haciendo sus pininos en la internet, pues la investigación a la que estoy acostumbrado es a la que viene acompañada de las sensaciones que deja en los  sentidos el olor y el sonido de las hojas de un libro pasando una a una, confieso que aún soy un nostálgico de los libros, para mí el olor del libro nuevo (y por supuesto el libro viejo) es algo de lo que uno fácilmente se enamora, pero la pantala de una laptop no huele a nada, no genera emociones (al menos en mí), no me invita a sumergirme en el fantástico mundo de la lectura (a veces me pregunto si este podría ser uno de los factores por los cuales los jóvenes cada vez leen menos).
Ahora bien, esto podría ser muy confuso, pues algunos dirán "si tanto te quejas de la lectura en  una pantalla, entonces por qué escribes", pues primero escribo porque como mis amigos cercanos saben, lo uso como terapia (y me hace falta) y también por el hecho de que soy consciente que mis preferencias para la lectura no me pueden alejar de la realidad, y es así como fluye la información hoy en día, cada vez es más difícil ver en la calle a alguien leyendo un libro, leen en sus laptops, blackberry, smartphone, tablet o cualquier otro adminiculo semejante, es como si de pronto hubiesen desaparecido los libros, esto también hace que lo que se lea sea mas corto, tres líneas, no más, rápido, breve, conciso, directo, a lo bruto, en fin.
Como siempre, este es sólo un punto de vista, una buena amiga mía y cmpañera de trabajo diría "No friegues oye abuelito, modernízate", pero hasta el final seré fiel a libro compañero de duras y largas jornadas.
Simplemente, lo dejo a su criterio...