Viernes 7:00 p.m. Panamericana Norte,
altura del óvalo de Puente Piedra, voy de sur a norte en mi combi, regreso a
casa luego de un largo día y como de costumbre no logro encontrar asiento, así
que caballero nomás, total el viaje no durará mucho (eso espero).
La combi avanza
unas cuadras y sube un tipo de unos treinta y tantos con una niña de no más de
3 años en brazos, el tipo lleva cargada a la niña que va plácidamente dormida,
en el otro brazo lleva una maleta que parece no ser muy pesada para un tipo de
su contextura pero que dificulta que se pueda sujetar y pueda mantener el
equilibrio.
Justo en ese
momento me percato de que los asientos preferenciales están ocupados por
personas de edad avanzada, y en los otros asientos solamente mujeres sentadas, bastante
jóvenes a decir verdad, la mayoría en sus 30s, por lo que la cobradora se
apresuró a decir: "a ver, algún caballero que le dé el asiento".
Aquí viene mi pregunta, ¿no se supone que
hay igualdad de género?, lo digo porque una de las señoritas que estaban
sentadas se paró de muy mala gana, renegando porque “ya no hay caballeros”, en
realidad si había y varios, pero da la casualidad que estaban parados y los
caballeros que estaban sentados era porque debido a su edad avanzada, debían
estar sentados.
Yo soy de los que piensan que
efectivamente, en una situación como la descrita debería ser un hombre (joven) el
que ceda el asiento, sin embargo esto era un poco difícil si consideran que
ninguno estaba sentado, motivo por el cuál, una de las señoritas era la indicada
a levantarse, sin pataleta ni bronca que valga.
Creo que se trata de un tema de respeto,
pues en más de una oportunidad he sido testigo de escenas como la descrita, en
dónde simplemente no les da la gana de levantarse y cuando se les invita a hacerlo,
se dan por ofendidas, como si por el simple hecho de ser mujeres la cortesía,
la educación y los valores no tuvieran que ver con ellas.
Yo tengo una hija y si bien la trato como
mi princesa, no es la princesa del cuento que tenga que esperar que venga el “hombre
que la salve”, es la princesa que se vale por sí misma, que sale adelante sin que
tenga que depender ni económica y mucho menos emocionalmente un “pelotudo” que
le pueda cortar las alas. Quiero criar una mujer, que no se escude en su
condición de mujer para victimizarse y andar por el mundo dando lástima a los
demás, que por el contrario, demuestre que las mujeres son en muchos
(muchísimos más bien diría) casos más fuertes que cualquier hombre.
En resumen, quiero criar una mujer de
verdad, que no espere que sea el hombre el que se pare del asiento, que sea
ella con sus acciones la que inspire respeto hacia ella, como un ser humano más allá de su género, opción sexual o cualquier otro criterio.
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