Hace dos años, dos meses y 11
días empezó la aventura alucinante de ser padre, ese día me di cuenta de que cuando
decían que absolutamente nada te puede preparar para un acontecimiento de
tamaña magnitud, era tan cierto cómo el hecho de que ya sea que tengas uno, dos
o diez hijos, cada uno es distinto del anterior y a su vez este del que le
sigue, pero esto lo saben únicamente quienes ya empezaron la aventura, quienes
ya se embarcaron en el maravilloso viaje de la paternidad.
Pero esto va para los que aún no
lo hacen (y tienen planeado hacerlo, claro está), no como consejo no
solicitado, mucho menos como manual para seguir al pie de la letra, va como
anécdota que podría explicar algunas de las cosas que sus niños de esas edades
pudieran estar haciendo o diciendo.
Les dejo la primera de muchas experiencias por compartir, espero les sirva a quienes están a punto de ser
padres o tienen planeado serlo en un futuro no muy lejano.
Todavía está muy chiquito, aún no entiende.
Los padres muchas veces cometemos el tremendo error de pensar que sus hijos están aún muy pequeños para
entenderles, sin embargo la experiencia (propia y de personas cercanas a mí) me
ha demostrado que dentro de los parámetros correctos, los niños se dan cuenta
de las cosas que pasan a su alrededor, incluso antes que los padres nos podamos
percatar de lo que está pasando.
Muchas veces los adultos dicen lo
siguiente en referencia a los niños: “son como una esponja”, sin embargo cuando
es momento de ponerlo en práctica, por alguna razón lo olvidan.
Para muestra un botón, mi menor
hija que por entonces tenía un año y cinco meses aún no hablaba claramente, sin
embargo dejaba escapar una que otra palabra suelta para referirse a personas u
objetos, es el caso de cuando se refiere a sus abuelos, ya sea a mi suegro o mi
papá, ella les dice “Pa”, muy diferente de cuando se refiere a mí, pues
claramente me dice papá (saco pecho y sonrío mientras escribo) y si bien es
cierto con mi esposa nos habíamos percatado de esta forma de llamar a los
abuelos, un fin de semana como tantos, en el que estábamos reunidos en casa a
punto de almorzar; recién había terminado de cocinar y mientras ponía la mesa,
paso junto a mi papá y le digo, “Pa, ya está el almuerzo servido”, en ese
momento mi esposa y yo nos miramos y nos dimos cuenta (recién) de algo que, obviamente
mi hija a sus escasos año y cinco meses se había dado cuenta hace ya buen rato,
que tanto mi esposa y yo por un tema de flojera al hablar nos referíamos a
nuestros respectivos padres como “Pa”, mi hija se había percatado que cada vez
que les hablábamos a sus abuelos decíamos “Pa”, entonces ambos pasaron a ser
para ella “Pa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario