miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cuando la teoría no se ajusta a la realidad

Mucho se ha escrito sobre la teoría de la motivación, sobre cuales son los principales factores que ocasionan la tan temida desmotivación en las personas, esa desmotivación que lentifica el crecimiento de una organización, o en el peor de los casos va en contra, creando un ambiente tóxico en donde el desmotivado no sólo no está comprometido; ese es el mal menor, pues llega un punto en donde la desmotivación se empieza a extender a otros colaboradores y termina por crear una contracorriente, un "avance negativo". 

En este escenario los colaboradores no solo no aportan, si no que hacen lo posible por desprestigiar, entorpecer y sabotear todo intento de avance. Pero para que este tan temido (y muchas veces real) escenario se presente, tienen que haber ocurrido una serie de situaciones, que degeneraron en tal estado tóxico. 

En este punto empiezan los cuestionamientos como: ¿que tipo de motivación es la mejor, la intrínseca o la extrínseca?, ¿debo emplear "reforzadores" que estimulen a mis colaboradores? y si la respuesta es si, ¿que tipo de reforzadores usar?. Pero junto con estas y muchas otras dudas, empieza también la búsqueda de las ya conocidas "recetas mágicas", empiezan a buscar al que se llevó el queso y a preguntarle al líder que camino siguió, se recurren a los autodenominados "gurús" que con sus "recetas para toda ocasión" intentan dar explicación de por qué la empresa está como está, por qué la gente se va, etc, etc, etc.

Todo esto se podría evitar si lejos de pretender aplica una plantilla, un modelo que difícilmente se ajusta a la realidad de nuestra organización, nos dedicamos a escuchar a nuestra gente, mirarlos a la cara y saber cuales son las dificultades con las que día a día tienen que lidiar, salir al campo, sacarse la corbata, remangarse la camisa y ver la empresa desde sus ojos, no desde el informe que pone en mi escritorio el "sabelotodo" que no conoce a mi gente o que hace un diagnóstico desde su oficina con el libro de moda bajo el brazo.

Está demostrado hasta el hartazgo que la teoría no es más que una herramienta que nos puede ayudar a entender determinadas situaciones del contexto, pero que bajo ninguna circunstancia nos debe significar un obstáculo que no nos permita ver qué es lo que realmente está pasando en nuestra empresa.

Buscar a un consultor no debe ser sólo para cumplir con una formalidad, recurrir a un consultor debe ser la búsqueda del socio estratégico que necesitamos para que nos ayude a acercarnos a nuestra gente; solamente así, el recurrir a un consultor será efectivamente una inversión y no un gasto que lejos de aportar, puede incrementar los problemas de nuestra empresa.

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