De un tiempo a esta parte
estamos siendo testigos de muchos cambios en las organizaciones, en muchos y
muy diversos aspectos las empresas de hoy en día no son las mismas que hace
quince, diez o siquiera 5 años, pero los cambios no han sido solamente a nivel
estructural, sino también en conceptos antes entendidos claramente y ahora
manejados por algunos en acepciones poco acertadas o desafortunadas.
Uno de estos conceptos es el
conocido como “personal de confianza”, según la legislación peruana son
trabajadores que se encuentran en una situación particular en la que son susceptibles
de “perder” la confianza que se depositó en ellos y por la tanto ver extinguido
su contrato sin más trámite que la invocación por parte del empleador.
Quienes se desempeñan en estos
cargos, usualmente cumplen funciones estratégicas en la organización o
institución en la que laboren, lugares a los que seguramente llegaron por
decisión de su jefe directo y no por las vías “regulares” como podría ser por
ejemplo en el sector público por un concurso público.
Hasta ahí todo bien, sin
embargo, esta figura de “personal de confianza” algunos lo han tomado como
aquel trabajador que mantiene al jefe al tanto de cuanto chisme ocurra en la
organización, es por lo general el más “franelero” o “sobón”.
En algunos casos esta figura
se agrava, pues el mencionado “personal de confianza”, en contradicción con
aquella figura de ser una persona estratégica en la organización ya sea por sus
cualidades y/o habilidades, preparación, experiencia o expertise en algún tema,
no es más que un bueno para nada, sin oficio ni beneficio, que está ahí por
motivos que son totalmente ajenos a mérito alguno y que para no herir
susceptibilidades dejaré a criterio del lector decidir cuáles podrían ser esos
motivos.
Tema aparte es el relacionado
a los efectos nocivos de este tipo de “personal de confianza”, pues uno de los elementos
fundamentales en una organización, como lo es el clima laboral y cada uno de sus
componentes (comunicación, trabajo en equipo, satisfacción laboral, motivación, etc.) se
ven seriamente afectados, pues el personal competente ve con mucha frustración
como alguien que no reúne los requisitos mínimos para ocupar el puesto "se la lleva fácil", incluso en ocasiones a costa de ellos.
Si pues, las cosas cambian,
las organizaciones inteligentes cambian para subsistir en un mercado cada vez
más competitivo y en el cual, el que se duerme, pierde. Pero lamentablemente
esos cambios no siempre terminan siendo para bien y en ocasiones no son precisamente muy inteligentes.
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