jueves, 29 de noviembre de 2012

El que esté libre de discriminación que tire la primera piedra


Si estamos en una reunión y de pronto salta el tema de la discriminación (en cualquiera de sus dimensiones), nos encontramos con que los Limeños somos los más tolerantes, permisivos, abiertos de mente y cuanto calificativo nos haga pensar que efectivamente la discriminación está fuera de nosotros, que siempre es “el otro” el que discrimina y somos nosotros los inquisidores prestos a “denunciar” esa discriminación.
Y llevando esta discriminación a un campo que conozco bastante bien como la selección de personal, me permito compartir un evento acontecido hace algunos días en donde por temas propios de un proyecto de una empresa cliente su publicó un aviso en el que se buscaban  personas que se encontraban en un rango específico de edades, a lo que algunas personas que no están ni remotamente cerca del contexto en el cual se hizo y por lo tanto emitieron un prejuicio sobre el aviso en cuestión, levantaron el dedo acusador para sentenciar “discriminación”, reclamando el hecho de que haya especificado en el aviso la edad. 
En vista de que no tengo el menor interés de ponerme a dar los detalles del porque del aviso, sólo me limitaré a decir que por un tema de coherencia con mi forma de llevar la vida, no consideré que se estuviese dando una situación de discriminación, si así lo hubiese considerado por un tema de principios no tomaría dicho proceso.
Sin embargo lo que me dejó por demás absorto fue el argumento de una de las personas que acusó la supuesta discriminación, ya que en resumen me dijo que lo que había hecho mal era ponerlo en el aviso, que ya después podía descartar a los que no cumpliesen con el requisito de la edad; entonces me pregunto, ¿No es eso acaso peor que discriminar?, ¿No es mentirle descaradamente a los postulantes que piensan que tendrán alguna oportunidad de obtener el trabajo cuando en realidad no es así?, ¿Qué pasa con el tiempo y el dinero que invierte una persona en ir a la entrevista?.
Lo más curioso es que al día siguiente de ese incidente recibí un pedido en donde el rango de edades requerido estaba entre los 40 y los 60 años, y no dejo de preguntarme si al publicar ese aviso, las mismas personas que me acusaron primero de discriminar a las personas mayores, me acusarían ahora de discriminar a los jóvenes.
Cada vez me convenzo más de que aquella dolorosa verdad que dice que “Dios perdona el pecado pero no el escándalo” está más vigente que nunca en nuestra hipócrita sociedad, como aquella vez cuando por referirme a quienes han nacido en la sierra dije que los serranos tenían características físicas que los hacía más resistentes a situaciones de altura y frío extremo que los costeños o los selváticos, en dicha oportunidad una compañera de clases me increpó muy molesta por usar “ese término despectivo”, yo no sabía que serrano era insulto, o es que quizá el insulto y la discriminación no sólo están en las palabras del que las dice, sino más bien en la cabeza llena de prejuicios y complejos del que las escucha.
Vivimos en una sociedad asquerosamente hipócrita, prejuiciosa, discriminatoria y violenta y nos hemos acostumbrado a lidiar todos los días con gente así y estamos permanentemente a la defensiva esperando que todos se comporten como muy en el fondo sabemos que de no haber censura, nosotros mismos nos comportaríamos.
Harto como siempre de tanta porquería, lo dejo a su criterio…

1 comentario:

  1. Desgraciadamente aun hay gente que tiene "aserrín" en la cabeza (por decirlo de manera educada) y creen que ellos pueden medir los valores señalando a los demás y son unos reverendos hipócritas que en el fondo no se aceptan a sí mismos y creen que al crear un complejo en los demás limpian su conciencia de tanta porquería; pero como diría El Arquitecto: ¡¡¡Adelaaaante!

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